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Los bancos centrales llegan tarde, pero con paso decidido

Fri, 02/04/2021 - 14:22

Los últimos 12 meses han sido una auténtica montaña rusa para las divisas digitales y sus titulares. Nuevas y multimillonarias fortunas. Lo que un día fueran instrumentos propios de un sector muy reducido son ahora ampliamente reconocidos y bienvenidos por inversores institucionales. El centro indiscutible de atención han sido los activos heredados como Bitcoin, Ethereum y Litecoin. Pero más allá del explosivo crecimiento experimentado por estas reconocidas monedas, ha habido ciertos avances decisivos en la esfera de las criptodivisas. Tras el auge de los activos digitales observado en todos los niveles, desde inversores a pie de calle hasta Wall Street, los bancos centrales de todo el mundo quieren ahora llevarse una buena tajada.

En los últimos tres años se ha discutido ampliamente sobre las ventajas que supondría el uso de Monedas Digitales emitidas por Bancos Centrales (CBDC), y desde entonces prácticamente todos los principales reguladores del mundo han destinado sus esfuerzos, mayores o menores, a acuñar su propia moneda. Y entonces sobrevino la COVID-19, lo que aceleró drásticamente los esfuerzos para su lanzamiento. Como era previsible, China es con mucho el país con el proyecto de CBDC más avanzado hoy por hoy, habiendo concluido la fase de pruebas de contacto de distintas modalidades de pago electrónico mediante moneda digital (DCEP) ya en 2020. Pero China no es la única. A principios de 2020 se creó un grupo de trabajo internacional que engloba cinco monedas de reseva (CAD, EUR, JPY, CHF y GBP), además de SEK.

Estados Unidos y el resto del desunido mundo

En unas inusualmente esclarecedoras declaraciones durante su reciente comparecencia ante el Congreso de los Estados Unidos, Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, dejó clara la intención del regulador de no quedarse a la zaga de sus homólogos internacionales mediante un proyecto estadounidense con CBDC. Powell llegó incluso a confirmar que la Fed intentará redirigir el interés público hacia el dólar digital este mismo año (2021), afirmando que compete exclusivamente al Congreso estadounidense conceder al regulador la "autorización legislativa" para poner en práctica dicho proyecto. Powell dejó claro que esta nueva CBDC no sería empleada para manipular los mercados, subrayando la necesidad de extremar las precauciones en la fase de diseño del dólar digital a fin de garantizar que la nueva moneda digital no llegará a socavar el buen funcionamiento del sistema financiero estadounidense.

Todos saldremos ganando

Afrontemos los hechos: es más que probable que el interés por las alternativas digitales a las monedas fiat tradicionales gane cada vez más fuerza a medida que los millennial y la Generación Z siguen caminos distintos a los de las generaciones que les precedieron. Es más que evidente. Los actores financieros más jóvenes, con su arraigada cultura basada en la satisfacción inmediata, no están dispuestos a esperar varios días hasta que se libere un pago. Es más, este nuevo sistema ofrece a las personas más desprotegidas y sin acceso a servicios bancarios acceso más fácil y seguro al dinero, y puede contribuir a la lucha contra las actividades ilegales que suelen ir de la mano de las criptomonedas. Pero no solo los titulares saldrán beneficiados. Tal y como indica el FMI, los costes derivados de la administración y transferencia de dinero son elevados, y la tecnología con CBDC podrá reducir drásticamente estos gastos, además de acelerar la adopción de la política monetaria del banco central.

A la vanguardia de la competencia

Más allá de lo que podamos creer, los bancos centrales y los emisores soberanos no conforman el monopolio absoluto. Es cierto que la ineficacia de los sistemas de pago tradicionales ha dado lugar a la aparición de numerosos proveedores fintech o BaaS como Square o Ayden, que suplieron las deficiencias de la infraestructura existente. Además, las propias CBDC ya cuentan con la concurrencia que suponen las stablecoins emitidas por bancos privados, como Tether y potencialmente también Libra. Como ya afirmase Lael Brainard, gobernadora de la Fed, "la puesta en escena de Bitcoin y la consiguiente aparición de monedas estables que podrían adquirir una dimensión global han planteado serias dudas acerca de las salvaguardias jurídicas y regulatorias de la moneda, la estabilidad fiinanciera o el papel que la moneda desempeña en la sociedad". En consecuencia, las últimas iniciativas normativas de CBDC son estrictamente necesarias si los bancos centrales aspiran a mantener el control de sus propias monedas en la era de las criptomonedas.

¿Dinero fiat rebautizado o algo nuevo?

La única pregunta que queda plantearse es si estas nuevas monedas contarán con algún tipo de respaldo. No cabe duda de que la confianza del público hacia el dinero fiduciario va a menos a medida que más y más agentes se preguntan cuánto tiempo podrán resistir unas tasas de interés cada vez más bajas y la Teoría Monetaria Moderna (TMM). Muchos analistas han ensalzado el potencial de Bitcoin como un nuevo "oro digital" para el sistema financiero mundial del futuro. De ser así, podríamos ser testigos de un nuevo y gigantesco aumento en el valor de BTC que eclipsaría el boom observado en 2018 y 2020. Nadie sabe a ciencia cierta lo que nos depara el futuro, pero una cosa es segura: si Bitcoin se convierte en una moneda de reserva mundial, ¡en los años venideros seremos testigos de grandes hitos tecnológicos!